lunes, 28 de septiembre de 2020

Los Demonios cumplen una función

 Los Demonios cumplen una función

Por: Corina Hernández

Hasta ahora mis artículos han hablado de los dioses y, sobre todo, de las diosas, ahora hablaré de su opuesto, su contraparte. ¿O tal vez su complemento? Los dioses también tienen sus oponentes.

Demonio: esta palabra proviene del griego δαιμονιον [daimon] y se refiere a “genio”.

Lucifer: viene del latín y está formada por lux que significa “luz” y ferre que significa “llevar”. Por eso es conocido también “el portador de la luz”. No aparece en el nuevo testamento, cayó del cielo por decisión propia, mientras más elevado es un ser, más fuerte es su caída, o lo que es lo mismo, a mayor luz, mayor sombra.

Satanás: proviene del hebreo שָּׂטָן [sa’tan] que hace referencia a “enemigo, al adversario de Dios, que tiene poderes sobrenaturales”.[1]


Según las antiguas enseñanzas herméticas el cuarto principio o ley cosmogónica se refiere a la polaridadad. En El Kybalión la describen indicando que: 

Todo es doble, todo tiene dos polos; todo su par de opuestos: los similares y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades; pueden reconciliarse todas las paradojas.

El Principio explica que hay dos polos en cada cosa, dos facetas, y que los opuestos son en realidad los dos extremos de lo mismo, y su diferencia consiste, simplemente, en una variación de grado.

Por ejemplo, el frío y el calor, la luz y la oscuridad, el amor y el temor, no son más que grados de la misma cosa. Y más aún, es posible trocar las vibraciones de temor por otras de amor, en la propia mente y en las mentes de los otros.

El “arte de la polarización” se convierte en un paso de la alquimia mental, ya conocida y practicada por los antiguos y modernos maestros herméticos. Al comprender este principio se adquiere la capacidad necesaria para cambiar la propia polaridad, y quizá hasta la de los otros.

Entonces, ¿existe una entidad externa en representación del mal?, ¿hay problemas en la psique? o ¿se dan ambos eventos?

Bueno o malo son omniabarcantes y se usan muy a la ligera.

En la cosmogonía de todas las culturas siempre ha existido la presencia del mal. Desde las primeras ciudades de las que se tiene referencia arqueológica, en sus mitologías se encuentra la figura del opositor, como Marduk que se opone a Tiamat, en el caso de los babilónicos.



En la Biblia, el libro de Génesis 1:27 nombra a Lilith como la antigua Eva, una deidad oscura que antecede a la otra mujer creada en el libro de Génesis 2:21,  Eva que emerge de la costilla del hombre,  donde además se asocia a lo femenino con el mal.



En estos mitos la concepción misma del mundo se realiza como si se tratara de un campo de batalla, la batalla del bien y el mal, normalmente todos son hermanos, en principio iguales, y siempre uno se va al lado oscuro. En la naturaleza dual se expresa como “el otro”, la ilusión de la separación.



Bajo este contexto, el mal se hace necesario para lograr la individuación, el regreso al yo, permite la experimentación, la confrontación consigo mismo, decidir, ceder ante la tentación, lograr o decaer, pareciera que no se puede lograr la individuación sin la presencia del mal; esto siempre que se tomen los mitos de forma metafórica, pues si se toman de forma literal, las deidades podrían confundirnos totalmente.

Por ejemplo, se dice que Pan es un Dios de la mitología griega que desapareció debido a su transición de lo pagano a lo cristiano, por ser un dios de lo corporal, lo terrenal, lo básico, lo primitivo, lo austero, la masturbación, la siesta, la violación, los instintos, entre otras cosas que culturalmente deberíamos rescatar, porque sí son nuestras. En la medida en que se niega un polo, ese polo se vengará y tomará su territorio; negar el cuerpo tiene ese precio.

Pan es tomado por el cristianismo como el maligno, además le atribuyen características físicas exageradas que lo hacen cercano a algo que produce Pán-ico, estas serían las características ideales para convertirlo en el portador del mal. 



En el libro de Isaías 45:7 se indica: “Yo he creado la luz y la oscuridad; yo hago el bien y envío la desgracia. Yo soy el único Dios, y solo yo hago todo esto”. Y en el de Job se señala que “Satán es hijo de Dios”.

Nuestra tradición se basa en los escritos apócrifos del siglo II a. C. donde se relata la historia de la caída de los ángeles. Luzbel es creación de Dios, que luego se rebela. Dicen los escritos que Dios no lo acaba antes de la creación del hombre, pues lo necesitaba.

El Corán también narra la misma historia: el ángel que era bueno y poderoso pero se reveló. Así, Satán actúa como el tentador de Dios, aunque la asignación de cada ángel la otorgue Dios mismo.

Los ángeles traicionaron su naturaleza, pero ¿cómo es que la traicionaron? Tal vez, porque Yavé prefirió al hombre, y por ello algunos ángeles envidian al hombre.


Belcebú es la forma hebrea del epíteto del dios cananeo Baal. Cebú proviene de mosca y en la antigua Babilonia se utilizaba el oráculo de las moscas.


Wotán es el dios nórdico de la destrucción. Ha estado en todas las guerras mundiales. Es el Dios supremo de los ancestrales escandinavos. 

Y así montones de ejemplos en todas las culturas, pero ¿Quién puede burlar al mal? ¡La Virgen María!, primero porque generalmente la mujer es satanizada en la cultura judeocristiana, por ende ella, como semejante al mal es la única que puede engañar al diablo, como el principio homeopático: lo semejante cura lo semejante. La Virgen es al ánima de Dios, quizá por eso tiene tantas imágenes pisando la serpiente,  debido a que se cataloga de antagonista, astuta y sagaz ante el diablo. Además fue quién tuvo la asunción en cuerpo y alma.

El mal puede ser la privación del bien. Quizá el significado de infierno no sea otra cosa que la permanente idea de separación.

El deporte favorito del mal es colarse, es extremadamente hábil, lo que más quiere Satán es hacernos creer que no existe. Cuando el yo cree que puede con el diablo, es porque ya lo poseyó.

 ¿Tenemos en nuestro interior la libertad o la semilla del mal?

¿El diablo estará metido en todo lo que rechazamos?

¿Los fantasmas no son más que nuestras propias proyecciones?

¿Por cuánto luchamos creyendo que es lo más alto y resulta que es algo de lo que estamos desabastecidos?

¿Quién puede desarrollar algo que no tiene? Si existe el mal es porque ha existido en ti y en mí. Tenemos todas las potencialidades, donde se incluyen la bondad y la maldad. ¿Qué decidimos desarrollar?, ¿qué herramientas buscaremos para encontrar la verdadera diferencia y contrastar con conciencia?

Para el psicólogo Carl G. Jung, la sombra es la maldad, la oscuridad es individual, no colectiva, y en la sombra pura: “si el otro lo hace, yo lo hago también”, puede desatar la maldad sin freno por la ilusión de la separación con la fuente creadora. El no recurrir en conciencia a solicitar los buenos oficios que nos puede ofrecer como mínimo nuestro Ángel Guardián, nos hará seguir viviendo como zombis.

De hecho, es más cómodo que la sombra esté siempre afuera, no integrarla nunca, así nos ahorramos el trabajo interno de la reflexión y la corrección, porque la culpa siempre está afuera. Finalmente, desde la inconsciencia, terminaremos fundidos con esa sombra colectiva y nos perderemos por completo.

Según las escrituras védicas, que tienen más de 13.000 años, la conciencia Atman se manifiesta a través del Brahman, el aliento de vida, en esa experiencia podemos generar más o menos karma positivo o negativo, suceso que acontece en la energía preservadora del Dios Vishnu, y a razón de esas experiencias ascender por medio de la consciencia Shiva o perdernos para siempre en el mundo de los Asuras (demonios).


En el siglo XIII se dio el gran apogeo del temor al diablo, incluso se creó algo aún más diabólico: “la caza de las brujas”, y con el Malleus Mallificarium se le dio más poder al diablo. Más adelante, Lutero creía en la existencia del demonio personal, con lo que se dan los primeros indicios hacia los estudios psíquicos, pero en los últimos tres siglos hemos desarrollado en gran medida la razón y el demonio se ha ido a la sombra absoluta. Así, el ego se apodera de nosotros y declaramos que no creemos en nada, rechazamos lo que está adentro y le otorgamos el triunfo a lo externo que “nos controla”, a satán.

El que se apega al mundo de la ilusión, va por mal camino, los demonios solo nos muestran el camino irreal, nos quieren distraer, pero son guía para saber lo que no queremos, y eso ya nos da una brújula. Decidamos pues regresar a la integración, alcanzando la plenitud de lo que podemos ser en  la fuente creadora, en la divinidad.

 

Corina Hernández

 

Especialista en Astrología Védica

Mentora Personal  y Psicoterapeuta Holística

Arquitecto &  Domoterapeuta




Caracas – Venezuela

 

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Correo electrónico: corina.unidosporlamagia@gmail.com

 

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[1]Anders, V. Et al. (2001-2020). Etimologías de Demonio, Lucifer y Satanás. etimologias.dechile.net



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